Estoy delante de un papel en blanco que espera
a que lo llene de dibujos y letras, como si fuera a escribir un libro. Tengo muchas ganas de escribir
y mil ideas en la cabeza pero no sé por dónde empezar a decir las cosas que pasan
por mi cabeza.
Dicen que uno empieza a escribir con una
palabra clave que está relacionada con el tema del escrito y que después se
deja llevar por la inspiración. Da igual que las ideas y las palabras estén
desordenadas en el papel, ya las ordenarás más tarde… ¡no hay prisa! Una sabe
cuándo empieza a escribir pero no sabe cuándo acabará, porque escribe, lee y,
si no le gusta lo escrito, borra para volver a empezar. Es así continuamente.
Lo mismo pasa con la vida: hay momentos en los
que acabas una etapa importante y tienes delante un futuro en blanco, como esa
hoja de papel. Tienes alguna idea de lo que te pasará en el futuro por los
pasos que has ido dando hasta ahora pero no estás totalmente segura: tienes
propósitos, metas, objetivos pero sólo son proyectos, ideas que te gustaría
alcanzar.
También tienes miedos, inseguridades, dudas…
que te hacen un poco más vulnerable al no saber si conseguirás esos objetivos. A
pesar de esto, jamás debes perder la esperanza, por muy pequeña que sea o esté lejos
de tu alcance, porque ella te ayudará a no desfallecer cuando veas que no todo
sale como habías previsto. Todos esos cambios te permitirán ver las cosas desde
otra perspectiva, que quizá no era la original, pero que puede ser igual de
buena o incluso mejor que la primera.
La vida es como un libro, lleno de páginas en
blanco, esperando a que las vayas escribiendo: unas páginas serán más alegres
que otras, pero esa variedad enriquece el libro de matices. Hay páginas que
escribirás que no querrás volver a leer, pero habrán otras que leerás pasado un
tiempo y lo veras de otra manera, pensando: ¡qué tonta era! Pero jamás debemos
arrepentirnos de lo que hemos escrito en ese libro de la vida porque será una
vida llena de experiencias con distintos matices. Allí podrás plasmar tus
alegrías, tus miedos, tus preocupaciones, tus logros, tus fracasos… todo lo que
te ocurra porque en él estás escribiendo tu vida.
Cuando estés ante una hoja de papel en blanco,
apresúrate a poner algo, a dibujar, a escribir, a plasmar pensamientos y
sensaciones o sentimientos… todo lo que se te ocurra es válido en esa hoja
porque estás dibujando o escribiendo un momento de tu vida.
El papel que tengo delante ya no está blanco porque mis palabras están allí escritas, que reflejan mis pensamientos. Poco a poco, las palabras han ido saliendo de mí para quedarse plasmadas en esa hoja.
Lo que pasará mañana, el mes que viene, el año
que viene… eso no lo sé, voy viviendo cada momento de mi vida y quiero
saborearlo, quiero hacer algo para sentirme satisfecha y orgullosa de mí misma
para poder cerrar el libro de mi vida con la sensación de haber hecho las cosas
lo mejor que he podido y estar en paz. Quiero poder sonreír y decir ‘ya está,
todo ha acabado bien’.
Nuestra meta en la vida es la de ser feliz en
lo que te propones, no importa si hay subidas y bajadas, si hay páginas más
oscuras o más claras en nuestro libro. El conjunto, la meta final es eso:
momentos buenos y malos que hacen una vida rica en matices. Esos matices son
nuestras experiencias, de las que debemos sacar siempre una conclusión positiva
para poder ser felices con uno mismo y con los que le rodean.
Puede ser que, durante un tiempo, no escribas
en ese libro, pero también puede ser que, en otro, escribas tanto que necesites
más hojas para poder poner todo lo quieres expresar. Lo importante es que no
dejes de escribir en ese libro que compone tu vida.
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