sábado, 19 de julio de 2014

Una página en blanco

Estoy delante de un papel en blanco que espera a que lo llene de dibujos y letras, como si fuera a escribir un libro. Tengo muchas ganas de escribir y mil ideas en la cabeza pero no sé por dónde empezar a decir las cosas que pasan por mi cabeza.

Dicen que uno empieza a escribir con una palabra clave que está relacionada con el tema del escrito y que después se deja llevar por la inspiración. Da igual que las ideas y las palabras estén desordenadas en el papel, ya las ordenarás más tarde… ¡no hay prisa! Una sabe cuándo empieza a escribir pero no sabe cuándo acabará, porque escribe, lee y, si no le gusta lo escrito, borra para volver a empezar. Es así continuamente.

Lo mismo pasa con la vida: hay momentos en los que acabas una etapa importante y tienes delante un futuro en blanco, como esa hoja de papel. Tienes alguna idea de lo que te pasará en el futuro por los pasos que has ido dando hasta ahora pero no estás totalmente segura: tienes propósitos, metas, objetivos pero sólo son proyectos, ideas que te gustaría alcanzar.

También tienes miedos, inseguridades, dudas… que te hacen un poco más vulnerable al no saber si conseguirás esos objetivos. A pesar de esto, jamás debes perder la esperanza, por muy pequeña que sea o esté lejos de tu alcance, porque ella te ayudará a no desfallecer cuando veas que no todo sale como habías previsto. Todos esos cambios te permitirán ver las cosas desde otra perspectiva, que quizá no era la original, pero que puede ser igual de buena o incluso mejor que la primera.

La vida es como un libro, lleno de páginas en blanco, esperando a que las vayas escribiendo: unas páginas serán más alegres que otras, pero esa variedad enriquece el libro de matices. Hay páginas que escribirás que no querrás volver a leer, pero habrán otras que leerás pasado un tiempo y lo veras de otra manera, pensando: ¡qué tonta era! Pero jamás debemos arrepentirnos de lo que hemos escrito en ese libro de la vida porque será una vida llena de experiencias con distintos matices. Allí podrás plasmar tus alegrías, tus miedos, tus preocupaciones, tus logros, tus fracasos… todo lo que te ocurra porque en él estás escribiendo tu vida.

Cuando estés ante una hoja de papel en blanco, apresúrate a poner algo, a dibujar, a escribir, a plasmar pensamientos y sensaciones o sentimientos… todo lo que se te ocurra es válido en esa hoja porque estás dibujando o escribiendo un momento de tu vida.

El papel que tengo delante ya no está blanco porque mis palabras están allí escritas, que reflejan mis pensamientos. Poco a poco, las palabras han ido saliendo de mí para quedarse plasmadas en esa hoja.

Lo que pasará mañana, el mes que viene, el año que viene… eso no lo sé, voy viviendo cada momento de mi vida y quiero saborearlo, quiero hacer algo para sentirme satisfecha y orgullosa de mí misma para poder cerrar el libro de mi vida con la sensación de haber hecho las cosas lo mejor que he podido y estar en paz. Quiero poder sonreír y decir ‘ya está, todo ha acabado bien’.

Nuestra meta en la vida es la de ser feliz en lo que te propones, no importa si hay subidas y bajadas, si hay páginas más oscuras o más claras en nuestro libro. El conjunto, la meta final es eso: momentos buenos y malos que hacen una vida rica en matices. Esos matices son nuestras experiencias, de las que debemos sacar siempre una conclusión positiva para poder ser felices con uno mismo y con los que le rodean.

Puede ser que, durante un tiempo, no escribas en ese libro, pero también puede ser que, en otro, escribas tanto que necesites más hojas para poder poner todo lo quieres expresar. Lo importante es que no dejes de escribir en ese libro que compone tu vida.

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